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Las Leyes Universales del Coaching


Vivimos en un mundo cada vez más global, donde las personas conviven y colaboran en entornos diversos en ciudades metropolitanos, empresas multinacionales, equipos multi-disciplinarios, y comunidades virtuales. Esta diversidad conlleva ventajas, como el enriquecimiento de diferentes ideas y la creatividad, y desafíos, como saber superar barreras y fricciones que crean las diferencias culturales.

La complejidad y el carácter multi-cultural de estos entornos requieren nuevas competencias de líderes y coaches que dirigen o acompañan profesionales, para influenciar, liderar y colaborar con personas con diferentes valores, normas y expectativas asociados con la edad, el género, la orientación religiosa, la capacidad, el lenguaje o la cultura. Saber realizar objetivos relacionados con la productividad, la innovación y el bienestar ya no es solo cuestión de inteligencia cognitiva y emocional, sino también de inteligencia social y cultural.

En esto contexto, tenemos que tener la ambición de investigar, medir, y desarrollar competencias universales de coaching, que trascienden culturas o incorporan la adaptación de competencias existentes en función de la diversidad. Un ejemplo de una competencia universal de coaching es la capacidad de escucha activa. Un coach competente sabe decodificar las palabras y el lenguaje non-verbal de su cliente para “escucharle” a diferentes niveles, cognitivo-verbal, y emocional-non-verbal. Una misma frase puede significar algo muy diferente según la entonación y el volumen de voz usado, la postura y la expresión facial. Coaches se pueden formar en la interpretación de micro-expresiones faciales, que según Paul Ekman, forman un lenguaje universal para leer las emociones de las personas.

Mientras que la escucha activa en sí mismo puede representar una competencia universal, un coach también necesita inteligencia cultural para saber diferenciar diferentes formas de expresarse.

Por ejemplo, en ciertas culturas ser directo es una cuestión de eficiencia, mientras que en otras culturas se puede interpretar como una falta de educación y consideración. Desafiar a un supervisor puede ser visto como algo normal en países con distancias de poder pequeñas, pero como una falta de respeto en otros países. Un coach que no tiene en cuenta estas diferencias, puede mal aconsejar a un cliente que se mueve en un entorno cultural diferente.

Hay dos formas para investigar y desvelar leyes universales del comportamiento humano.

Una forma es a través de la investigación cross-cultural, lo que consiste en comparar y contrastar el comportamiento de personas de diferentes culturas en relación con el mismo tema o la misma situación. Eso requiere coleccionar datos a través de cuestionarios en muestras representativos de diferentes países, o montar experimentos controlando todos los factores de influencia, y variando solamente la cultura de la persona. Por ejemplo, en colaboración con mis colegas investigadores del proyecto CISMS, “Collaborative International Study of Managerial Stress”, descubrimos que el “work locus of control” es un factor universal que determina el bienestar. Es decir, tener una percepción general, que a través del trabajo y el esfuerzo uno tiene influencia sobre su entorno profesional, es bueno para la salud y la satisfacción laboral, independiente de la cultura. Sin embargo, también aprendemos que la relación entre horas de trabajo y el conflicto entre trabajo y familia no es universal.